Cuando en octubre de 2018, Manuel Roldán me dio a conocer este libro, despertó de inmediato mi curiosidad e interés. Por un lado, ilustra sobre una cuestión a la que llevo años siguiendo la pista: la íntima relación entre la pintura y los avatares del clima a lo largo de la historia. Por otro, me permitió conocer, de primera mano, la obra de varios pintores españoles actuales que están plasmando en sus lienzos el nuevo escenario climático al que nos estamos dirigiendo a toda velocidad.
Ningún artista puede construir su obra permaneciendo ajeno al factor ambiental, a los tipos de tiempo dominantes (inviernos rigurosos o suaves, sequías prolongadas, primaveras secas o lluviosas, inundaciones otoñales, temporales de viento, grandes nevadas o escasez de ellas, calores extremos caniculares...) durante la época en que le ha tocado vivir. Pensando en los pintores, incluso aquellos que no son puramente paisajistas, terminan plasmando en sus cuadros detalles, como la luz, el color o la temática, que no se pueden desligar de la componente climática.
En este libro se muestran cuadros pintados desde la conciencia medioambiental de sus autores, que ven con temor el progresivo deterioro de la naturaleza, tal y como deja patente el título. Tanto de forma consciente como subconsciente, los artistas no pueden permanecer al margen de sus vivencias climáticas. Así lo demostró, aplicando el método científico, el profesor de la Universidad de Pennsylvania State, Hans Neuberger, en un artículo titulado “Climate in Art” (El clima en el arte) que publicó en 1970 en la revista Weather.
En palabras de Neuberger: “(...) el artista, como un cronista consciente o inconsciente de su entorno, y el clima, como agente omnipresente en todas las actividades humanas y sus expresiones artísticas, se combinan para revelar la experiencia climática real del artista, que se puede expresar como un promedio de los elementos climáticos presentes en sus pinturas.” Para llegar a esta conclusión, este investigador analizó la cantidad de nubes que aparecen en los cielos de cerca de 12.000 cuadros de distintas escuelas, estilos y épocas, pintados durante el período 1400-1967.
El recorrido pictórico que ofrece este libro que tengo el honor de prologar, ilustra bien la tesis del profesor Neuberger. El cambio climático ha captado la atención de los pintores actuales, lo que ya de entrada significa una cosa: que lo estamos percibiendo cada vez de forma más nítida y como algo que nos afecta directamente, ya que está cambiando nuestro entorno natural, modificando los paisajes, a lo que contribuimos los seres humanos con nuestras malas praxis.
Le invito, querido lector, a recorrer las siguientes páginas y a disfrutar de la obra pictórica de artistas como Eduardo Naranjo, Consuelo Hernández, Antonio Agudo, Carmen Jiménez, Emma Cano, José Higuera, María José Barrera o Marta Argentina, entre otros. La contemplación de sus pinturas invita a la reflexión. A buen seguro que compartirá con los autores unas sensaciones parecidas a las que tuvieron ellos cuando se pusieron a pintar cada una de sus obras.
Nuestra percepción del cambio climático y de los efectos nocivos de la contaminación la transmiten los pintores a través de los lienzos. Sus obras no son más que el reflejo y la plasmación gráfica de esa percepción colectiva. Su contemplación debe animarnos a llevar a cabo acciones decididas para mitigarlo y adaptarnos a la nueva realidad climática de la mejor forma posible. Estoy seguro de que la tras lectura y disfrute del libro estará en una mejor disposición para ello.
José Miguel Viñas Febrero de 2019
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